Glaucoma traumático: ¿por qué ocurre y cómo tratarlo?

En este artículo aprenderemos sobre el tipo de glaucoma traumático: en qué consiste, por qué ocurre, los síntomas que presenta y los tratamientos disponibles para esta condición.

A nivel mundial, se producen millones de lesiones oculares cada año, y aunque pueden parecer temporales, a veces derivan en complicaciones serias como el glaucoma traumático. De hecho, el 3.4% de los pacientes desarrolla esta condición en los primeros seis meses después de un traumatismo ocular contuso, y este porcentaje aumenta hasta un alarmante 10% años después de la lesión.

El glaucoma traumático es cualquier tipo de glaucoma provocado por una lesión en el ojo, frecuentemente relacionado con actividades deportivas como el béisbol o el boxeo. Esta condición puede aparecer inmediatamente después del trauma o años más tarde debido al daño en el sistema de drenaje del ojo.

En este artículo, conocerás en detalle qué es el glaucoma traumático, por qué ocurre, cómo se diagnostica y cuáles son las opciones de tratamiento disponibles. Además, aprenderás por qué es fundamental mantener un seguimiento regular con un oftalmólogo si has sufrido cualquier tipo de lesión ocular, incluso cuando parece leve.

¿Qué es el glaucoma traumático?

El glaucoma traumático constituye un grupo heterogéneo de trastornos oculares que se desarrollan después de una lesión directa en el ojo, ya sea inmediatamente o años después del incidente. Esta condición se caracteriza principalmente por un aumento en la presión intraocular (PIO) que puede dañar permanentemente el nervio óptico.

Existen dos formas principales según su aparición: de inicio temprano, que surge inmediatamente después del trauma, y de inicio tardío, que puede manifestarse hasta 10 años después de la lesión original. Aproximadamente entre el 3% y el 10% de las personas que sufren traumatismos oculares desarrollan esta condición.

El mecanismo de producción varía según el tipo de trauma. En traumatismos cerrados (como golpes de pelota o puñetazos), la fuerza del impacto causa una compresión axial del globo ocular y una expansión ecuatorial, dañando la estructura interna de drenaje llamada trabéculo. Por otra parte, en lesiones penetrantes, puede haber daño directo a estructuras intraoculares como el iris o el cristalino.

Además, factores como la miopía severa, lesiones previas, infecciones o cirugías oculares anteriores aumentan la vulnerabilidad a desarrollar glaucoma tras un trauma. Los deportes como béisbol, boxeo, ‘squash’ y tenis son contextos frecuentes donde ocurren estos traumatismos.

El daño en el sistema de drenaje interno del ojo ocurre en el 75% de las heridas oculares contundentes, obstaculizando la salida del humor acuoso y provocando el aumento de presión característico.

Causas del glaucoma traumático

El glaucoma tras un traumatismo ocular ocurre principalmente debido al daño en el sistema de drenaje del ojo. Cuando sufres una lesión contundente, las fuerzas de corte pueden desgarrar la red trabecular (el tejido que permite el drenaje del humor acuoso), provocando sangrado y posterior cicatrización. Este daño afecta aproximadamente al 75% de las heridas oculares contundentes.

El mecanismo fisiopatológico involucra múltiples factores. En los traumatismos contusos, la compresión axial y expansión ecuatorial del globo ocular genera lesiones en estructuras como el ángulo camerular, el esfínter pupilar o el cristalino. Estos cambios anatómicos alteran el flujo normal del humor acuoso.

Además, la obstrucción del sistema de drenaje puede deberse a:

  • Células inflamatorias y productos hemáticos que bloquean la malla trabecular
  • Trabeculitis (inflamación y edema del tejido trabecular)
  • Liberación de material cristaliniano tras ruptura de la cristaloides
  • Formación de sinequias (adherencias anormales del iris)

 

Los estudios han identificado factores de riesgo específicos como la agudeza visual inicial reducida, edad avanzada, lesión del cristalino, recesión angular mayor a 180 grados e hifema.

El intervalo entre el trauma y la aparición del glaucoma puede variar desde días hasta décadas, obligando a mantener vigilancia oftalmológica prolongada.

Síntomas y diagnóstico del glaucoma por traumatismo

La detección del glaucoma traumático requiere un alto índice de sospecha clínica, pues en muchos casos evoluciona de manera silenciosa. Inicialmente, los síntomas pueden incluir dolor ocular, visión borrosa y, en casos avanzados, pérdida del campo visual periférico.

El diagnóstico se basa en una evaluación oftalmológica completa que incluye varias pruebas específicas:

  • Tonometría: mide la presión intraocular (PIO), considerándose normal entre 12 y 21 mm Hg. Valores superiores pueden indicar glaucoma, aunque algunos pacientes desarrollan la enfermedad con presiones dentro del rango normal.
  • Oftalmoscopía: examina el nervio óptico, buscando signos de daño como un cociente excavación-papila ≥0,5.
  • Gonioscopia: considerada el «gold standard» para evaluar el ángulo camerular, permitiendo identificar recesión angular y otros daños estructurales.
  • Campimetría: evalúa el campo visual para detectar déficits periféricos característicos.
  • Paquimetría: mide el grosor corneal, importante para interpretar correctamente las lecturas de presión.

 

Además, cualquier persona que haya sufrido una lesión ocular debe mantener seguimiento oftalmológico regular, incluso décadas después, pues el intervalo entre trauma y desarrollo de glaucoma puede ser extremadamente variable.

Tratamiento del glaucoma traumático

El tratamiento del glaucoma traumático se centra principalmente en mantener la presión ocular en niveles seguros mientras el ojo drena el exceso de sangre. Aunque no existe cura definitiva para esta condición, hay tratamientos efectivos para prevenir el deterioro de la visión.

Inicialmente, se utilizan medicamentos como primera línea de acción. Los colirios hipotensores oculares son fundamentales. En casos con inflamación marcada, los corticoides tópicos son cruciales para reducir la obstrucción trabecular.

Cuando la terapia médica máxima no logra controlar la presión intraocular, aproximadamente un 30% de los pacientes requiere intervención quirúrgica dentro de los primeros cinco años. Las opciones incluyen trabeculectomía convencional, esclerectomía profunda o implante de dispositivos de drenaje.

Por otra parte, el manejo del glaucoma debido a lesiones oculares penetrantes requiere medidas preventivas durante la herida inicial, incluyendo corticoesteroides y antibióticos.

Es fundamental destacar que en muchos casos de traumas leves o moderados, el aumento de presión ocular es transitorio y se controla con medicamentos. Sin embargo, el daño puede continuar lentamente con el tiempo, por lo que resulta esencial realizar exámenes de seguimiento regulares.

Al fin y al cabo, cuando se trata de glaucoma traumático, la vigilancia constante y la intervención oportuna constituyen tu mejor defensa para preservar el tesoro invaluable de la visión.

Si tienes antecedentes de traumatismo ocular, no debes esperar a experimentar síntomas. Solicitar una consulta de Oftalmología General en Clínica de Ojos Opeluce te permitirá detectar y tratar oportunamente cualquier complicación derivada del trauma.

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